
¡Qué tal muchach@s!
Pues ya vamos a entrar a la tercera semana del curso. Vamos a terminar la primera parte y ya se vislumbra el primer examen.
Esta semana la vamos a dedicar a hacer problemas (¡cómo si ustedes no tuvieran problemas en la vida!). Vamos a hacer problemas del movimiento con aceleración constante y vamos a dejar una tarea. Pronto actualizo la página de NTIC con notas, tarea, etc.
Espero que en clases pasen algunos de ustedes al pizarrón y que hagan algunos problemas solos en su cuaderno. Recuerden el método que les recomendé para aprenderse las tres ecuaciones del movimiento uniformemente acelerado. ¡Es infalible! Veremos.
Por cierto, dado que el lunes no tenemos clases, tal vez buscaré recuperar esa hora y media pidiéndole tiempo al maestro del laboratorio. Ya les diré.
Esta semana le eché un ojo a Nature. Vienen muchas cosas interesantísimas. Leyendo la revista, me doy cuenta que implica un gran placer dedicarse a la ciencia. (Hasta eso que no tiene uno porque dedicarse a la ciencia para leer Nature).
Bueno, son varios los artículos que se me antoja comentarles, pero sólo les contaré de dos.
En una nota corta, hablan de unas páginas que crearon investigadores de la Universidad de Utah para aprender genética (y para tener recursos para enseñar dicha ciencia). No he visto con detalle las páginas, pero parece que están bastante bien. Échenles un ojo y me dicen que opinan. Las páginas son:
http://learn.genetics.utah.edu
y
http://teach.genetics.utah.edu
¡Diviértanse con ellas!
Por cierto, uno de nuestros trabajos como científicos, maestros o ciudadanos, es crear material para que la gente en general sepa más de ciencia, más cultura, y aprenda a pensar. ¡Manos a la obra!
El otro artículo que les quiero comentar trata de la mecánica (¡dije mecánica!, el tema del curso), bueno, de la mecánica de los movimientos que hacemos al correr. Y tiene un enfoque interesante.
Resulta que unos investigadores, lidereados por uno de la universidad de Harvard, se pusieron a investigar la diferencia entre correr descalzo y correr con zapatos (deportivos, se entiende).
La idea es que los seres humanos llevamos corriendo millones de años, pero los zapatos para correr se inventaron apenas en los años setenta (eso dice el artículo). Entonces, viendo la diferencia en tiempo, uno diría que evolutivamente nuestro pie debe estar acondicionado para correr sin zapatos.
El caso es que estos investigadores analizaron videos, tomados con cámaras de alta velocidad, de corredores de Estados Unidos y de Kenia. Algunos de ellos siempre han corrido con zapatos; otros, los kenianos, empezaron a correr descalzos y ahora corren con zapatos; y otros corren ahora descalzos.
Al analizar los videos, los científicos se dieron cuenta que los corredores apoyamos (sí, me incluyo...) los pies de diferente manera. Algunos apoyamos primero el talón, pero otros apoyan primero la parte delantera del pie, e incluso otros apoyan el pie relativamente plano.

En esta figura se aprecian las tres formas de apoyar el pie al correr, con la respectiva variación de la fuerza de impacto (la figura de enmedio es la de un corredor con zapatos, las otras son de corredores descalzos).
La cuestión es que al determinar el tiempo de contacto y calcular la fuerza de impacto al contacto (¡usando la aceleración!), los investigadores encontraron algo lógico: la fuerza de impacto varía según la forma como se pisa. Sin embargo, la variación no depende de si traes zapatos o no, sino de cómo pisas.

En estas gráficas se muestran las fuezas del impacto al correr. Vean la gráfica de arriba. La fuerza es menor cuando uno corre con los pies descalzos, pero apoya primero la parte delantera del pie.
Lo que se encuentra es que la fuerza de impacto al correr es menor cuando se apoya la parte delantera del pie. Y resulta que esta forma de apoyo es más frecuente cuando se corre con los pies descalzos. Parece que el hecho de traer zapatos, su forma y su acolchonamiento, hace que uno con zapatos apoye su pie primero con el talón.
Esto diría que la gente que corre descalza tiene menos probabilidades de lesionarse por las fuerzas de impacto. Pero tomemos los resultados con cautela.
Los autores también dicen que evolutivamente nuestro pie debe haberse adaptado a carreras con mínimo riesgo de lastimaduras. Esto es, dicen que es probable que nuestro pie esté hecho para correr descalzos, apoyando primero la parte delantera del pie. Bueno, habría que leer con más calma y detalle el artículo.
¿Cómo la ven? ¡Interesante! ¿No? A mi se me hace curioso que se trate de un tema de mecánica (biomecánica). Muchach@s: hay muchas preguntas y problemas aún por resolver en la ciencia. Y algunos están relativamente a nuestro alcance (como este artículo que comento).
Es cuestión de preparse bien y en alguons años, pocos años, ustedes van a poder estar resolviendo problemas de importancia. Luego los van a publicar en Nature o Science, y yo los voy a leer cómodamente sentado en el laboratorio. El tiempo dirá... Pero aprovechen su vida y sus momentos.
Bueno, ya me voy. Ahora no hay nada que me lleve (¡el supertazón es la siguiente semana!). Este día se antoja para leer. Ya les comentaré que libro escojo.
Sale, ¡cómo se me antoja un antro de vicio como este!:
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